Por regla general, tras un fallo mecánico del turbocompresor también debe cambiarse el intercooler. ¿Sabes por qué?
En el caso de que el turbocompresor sufra daños mecánicos, podrían acumularse aceite y virutas de metal en el intercooler. Si solo se sustituye el turbo, se corre el riesgo de que las virutas o el aceite lleguen luego a la cámara de combustión.
Esta circunstancia podría dañar el motor. Para evitar daños posteriores, el intercooler siempre deberá sustituirse en estos casos junto con el turbo.
Además del intercooler, es igualmente recomendable comprobar, y en su caso sustituir, otros recambios como la tubería de admisión de aire, el filtro del aire, la válvula de regulación y de inversión, la tubería de vacío o la alimentación y realimentación de los manguitos del aceite del turbocompresor. ¡Y no te olvides de cambiar el aceite urgentemente! De otro modo, podría volver a fallar.
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